jueves, 9 de febrero de 2017

LA INCREÍBLE INTELIGENCIA DE LAS PLANTAS

La increíble inteligencia de las plantas

Distintos estudios aseguran que las plantas pueden aprender, recordar y comunicarse.
Este sesgo hacia los animales es tan común que existe un término para él: ceguera vegetal. Es un fenómeno paradigmático, ya que "si mañana desaparecieran las plantas del planeta, en un mes toda la vida se extinguiría", defiende Stefano Mancuso, profesor de la Universidad de Florencia.
Por ello resulta alarmante que un quinto de las especies vegetales se encuentre en vías de extinción. Con más de una década de investigación a sus espaldas, Mancuso es uno de los pocos científicos dedicados a un campo de investigación sorprendente y envuelto en polémica: la neurobiología vegetal. El estudio de la inteligencia de las plantas es, para muchos, una especie de pseudociencia.
Y esta cuestión no es flor de un día: el mismísimo Charles Darwin se interesó por investigar las plantas, y su hijo, Francis Darwin, fue uno de los primeros expertos en fisiología vegetal. Poco después de su formación, en 2006, la Sociedad de Neurobiología Vegetal se vio forzada a cambiar su nombre por el de Sociedad de Señalización y Conducta Vegetal. Y el simple uso de la palabra inteligencia al hablar de las plantas da pie a duras críticas.
Las plantas pueden resolver problemas
Mancuso, quien se niega a cambiar el nombre del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal (LINV), que lidera en la citada universidad italiana, tampoco se arredra a la hora de plantearse la pregunta de si las plantas son inteligentes. Y se sabe que las plantas son capaces de hacerlo. Así que sí, sin duda son inteligentes", argumenta. En su último libro, Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (2015), ofrece un sinfín de ejemplos que buscan dar a los lectores la posibilidad de juzgar a las plantas por sí mismos.
Sin embargo, se han visto eclipsados por la controversia, puramente terminológica, que nada tiene que ver con los resultados experimentales. Para él, "las plantas son tan distintas de los animales que es casi como estar en contacto con una cultura alienígena".
Convencido de que el mundo vegetal era extraordinario, buscó entender cómo interaccionan las plantas con el medio y qué influencia tienen en su crecimiento los estímulos externos. Con la colaboración de su hijo, publicó sus resultados en un libro: El poder del movimiento en las plantas (1880). En la actualidad, conocemos secretos vegetales inimaginables entonces. En contra de la creencia popular, “no sirve de nada hablarles a las plantas”, afirma Mancuso. “Solo perciben vibraciones”, y reaccionan a diferentes frecuencias.
De acuerdo con un artículo publicado en 2012 en la revista Trends in Plant Science, las raíces se decantan por las frecuencias más bajas, entre 100 y 400 hercios, y crecen en dirección a las fuentes de sonido. Y añade: “Las raíces crecen en dirección a tuberías por donde circula agua, incluso cuando su superficie exterior está seca.
"Son una señal para que las células sinteticen sustancias químicas defensivas para repeler el ataque". El grupo de investigación liderado por esta experta en la Universidad de Misuri (EE. grabó los sonidos producidos por una oruga mientras roía las hojas de una arabidopsis. Lo curioso es que la reproducción de esos sonidos cerca de un ejemplar libre del ataque también inducía la producción de aceite de mostaza, el compuesto defensivo usado por esta crucífera.
Por ahora, se ignora si existen más señales de este tipo, pero una investigación de 2012 desveló que las plantas son además capaces de producir sonidos. El mundo vegetal está lleno de químicos experimentados, capaces de sintetizar compuestos tan eficaces que algunos son utilizados en la medicina. Aun así, encierran secretos que solo ahora empezamos a desvelar. Y estudios recientes indican, por ejemplo, que los compuestos volátiles producidos por las hojas son llamadas de auxilio, como es el caso del inconfundible aroma del césped recién cortado. 
bosques

Para muchos insectos, como avispas, chinches e incluso pequeños gusanos, el aroma que libera una planta en apuros equivale a un grito de "¡La comida está servida"
Siempre pendientes de sus vecinas
En la Universidad de California en Davis (EE. el ecólogo Richard Karban estudia estas comunicaciones en el pequeño arbusto Artemisia tridentata. Curiosamente, como ocurría con las arabidopsis, una planta cercana que no haya sido podada también adquiere esa protección. "Como la señalización entre distintas ramas de un mismo arbusto es limitada, el uso de compuestos volátiles garantiza que, en el caso de un ataque, todas las hojas de una misma planta activen sus defensas", argumenta el científico. Las plantas defienden su territorio.Sin embargo, según un estudio publicado en 2007, en la revista Nature, si las semillas son hijas de una misma planta, reconocen su parentesco y desarrollan una mayor parte aérea, en detrimento de las raíces. En sintonía con estos datos, Karban observó que cuanto más estrecha era la relación genética entre las plantas, mayor era la probabilidad de que respondieran a una señal cercana. "La composición de estos productos químicos parece ser heredada, como ocurre con los tipos sanguíneos humanos", explica. 
En la Universidad Ben-Gurión de Israel un grupo de biólogos especializados en estudiar cómo se adaptan las plantas al desierto ha descubierto que el guisante común, Pisum sativum, detecta si una planta vecina padece síntomas de sequía y reacciona cerrando los estomas, unos pequeños poros presentes en la superficie de las hojas, que son la principal vía de pérdida de humedad. La única condición es que ambos vegetales compartan suelo, ya que la señal de sequía es un compuesto liberado por las raíces. Para muchos insectos, como avispas, chinches e incluso pequeños gusanos, el aroma que libera una planta en apuros equivale a un grito de "¡La comida está servida!", conveniente y difícil de ignorar.
Según cuentan en la revista Science, cuando las orugas de la especie Manduca sexta atacan a la Nicotiana attenuata, esta prima salvaje del tabaco se defiende liberando compuestos que atraen al Geocoris, un chinche de apetito voraz y entre cuyos bocados favoritos están las orugas.
Estamos ante un lenguaje complejo y bastante sutil, porque, aunque la planta sintetiza la molécula volátil pertinente, el compuesto que atrae al Geocoris solo se genera cuando esa molécula entra en contacto con la saliva de las orugas y sufre una alteración química que la transforma en un poderoso imán de chinches
Abortos selectivos
Teniendo en cuenta el gasto energético que supone la síntesis de estos compuestos, Mancuso defiende que comportamientos como estos conforman “una auténtica expresión de inteligencia, que denotan un cálculo de riesgos y una previsión de beneficios”. Una opinión polémica, muy en la línea de casi todo lo que defiende el científico italiano. La toma de decisiones es una capacidad cognitiva tan compleja que pocos se atreven a afirmar que exista en el mundo vegetal. Sin embargo, cada vez más estudios sugieren que las plantas son capaces de decidir en función de las circunstancias y de adoptar estrategias que permitan, por ejemplo, maximizar la probabilidad de tener descendencia.
Las larvas se alimentan de la semilla, pero, como cada fruto suele contener un par de semillas, cuando esto ocurre, la planta aborta a la infectada y mata al parásito. Si solo hay una, "la planta parece especular que existe la posibilidad de que la larva muera de forma natural. Según los datos recogidos, únicamente el 5 % de los frutos de una sola semilla son abortados si sufren una infección parasitaria, mientras que, cuando hay dos por fruto, un 75 % de las infectadas se descartan. Este proceso de toma de decisiones es uno de los más complejos registrados hasta la fecha en el mundo vegetal. Para el italiano, los órganos están sobrevalorados, cerebro incluido.
Este argumento se conoce como hipótesis raíz-cerebro.
Líder de un grupo dedicado a investigar la capacidad de las plantas para percibir el entorno, estudia qué ocurre cuando, tras extirpar la punta de una raíz, se la somete a distintos estímulos. En sintonía con Darwin, defiende que existe una región específica en las raíces donde se toman decisiones de gran trascendencia: se trata de un centro neurálgico, como lo denomina Baluška.
Para descubrir qué papel juegan en las plantas, Susan Murch, de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá, alteró sus concentraciones con fármacos como el antidepresivo fluoxetina y el metilfenidato, usado para tratar el déficit de atención y la hiperactividad. Sus estudios han demostrado que los cambios provocan malformaciones en las raíces. "Imaginemos que funcionan como una colonia de insectos", explica Mancuso. Aun así, la mayoría de botánicos se niega a decir que las plantas son inteligentes; y otros se limitan a conceder que muestran conductas inteligentes. 
Fuente Historia/muyinteresante.es
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También fue grande la influencia de François Joseph Victor Broussais (1772-1838), catedrático de Patología en la Universidad de París, que basó toda su terapéutica en el principio de irritación: la vida misma no era sino el producto de esa reacción, que excitaba los procesos químicos del organismo y, cuando era excesiva, llevaba a la inflamación gastrointestinal, fuera cual fuera la enfermedad. Tuberculosis, sífilis y trastornos mentales se originaban en el intestino, así que no valía la pena recurrir a la localización en los diagnósticos.

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