La increíble inteligencia de las plantas
Distintos
estudios aseguran que las plantas pueden aprender, recordar y comunicarse.
Este sesgo hacia los animales es
tan común que existe un término para él: ceguera vegetal. Es un fenómeno
paradigmático, ya que "si mañana desaparecieran las plantas del planeta,
en un mes toda la vida se extinguiría",
defiende Stefano Mancuso, profesor de la Universidad de Florencia.
Por ello resulta
alarmante que un quinto de las especies vegetales se encuentre en vías de
extinción. Con más de una década de investigación a sus
espaldas, Mancuso es uno de los pocos científicos dedicados a un campo de
investigación sorprendente y envuelto en polémica: la neurobiología vegetal. El
estudio de la inteligencia de las plantas es, para muchos, una especie de
pseudociencia.
Y esta cuestión no es flor de un
día: el mismísimo Charles
Darwin se interesó por investigar
las plantas, y su hijo, Francis Darwin, fue uno de los primeros expertos en
fisiología vegetal. Poco después de su formación, en 2006, la Sociedad de
Neurobiología Vegetal se vio forzada a cambiar su nombre por el de Sociedad de
Señalización y Conducta Vegetal. Y el simple uso de la palabra inteligencia
al hablar de las plantas da
pie a duras críticas.
Las plantas pueden resolver problemas
Mancuso, quien se niega a cambiar
el nombre del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal (LINV), que
lidera en la citada universidad italiana, tampoco se arredra a la hora de
plantearse la pregunta de si las plantas son inteligentes. Y se sabe que las
plantas son capaces de hacerlo. Así que sí, sin duda son inteligentes",
argumenta. En su último libro, Sensibilidad e inteligencia en el mundo
vegetal (2015),
ofrece un sinfín de ejemplos que buscan dar a los lectores la posibilidad de
juzgar a las plantas por sí mismos.
Sin embargo, se han visto
eclipsados por la controversia, puramente terminológica, que nada tiene que ver
con los resultados experimentales. Para él, "las plantas son tan distintas de los animales que es casi como estar en contacto con
una cultura alienígena".
Convencido de que el mundo
vegetal era extraordinario, buscó entender cómo interaccionan las plantas con
el medio y qué influencia tienen en su crecimiento los estímulos externos. Con
la colaboración de su hijo, publicó sus resultados en un libro: El poder del
movimiento en las plantas (1880).
En la actualidad, conocemos secretos vegetales inimaginables entonces. En
contra de la creencia popular, “no sirve de
nada hablarles a las plantas”, afirma Mancuso. “Solo perciben vibraciones”,
y reaccionan a diferentes frecuencias.
De acuerdo
con un artículo publicado en 2012 en la revista Trends in Plant Science,
las raíces se decantan por las frecuencias más bajas, entre 100 y 400 hercios,
y crecen en dirección a las fuentes de sonido.
Y añade: “Las raíces crecen en dirección a tuberías por
donde circula agua, incluso cuando su superficie exterior está seca.
"Son una señal para que las células sinteticen sustancias químicas
defensivas para repeler el ataque". El grupo de investigación liderado por
esta experta en la Universidad de Misuri (EE. grabó los sonidos producidos por
una oruga mientras roía las hojas de una arabidopsis. Lo curioso es que la
reproducción de esos sonidos cerca de un ejemplar libre del ataque también
inducía la producción de aceite de mostaza, el compuesto defensivo usado por
esta crucífera.
Por ahora, se ignora si existen
más señales de este tipo, pero una investigación de 2012 desveló que las plantas
son además capaces de producir sonidos. El mundo vegetal está
lleno de químicos experimentados, capaces de sintetizar compuestos tan eficaces
que algunos son utilizados en la medicina. Aun así, encierran secretos que solo
ahora empezamos a desvelar. Y estudios recientes indican, por ejemplo, que los
compuestos volátiles producidos por las hojas son llamadas de auxilio,
como es el caso del inconfundible aroma del césped recién cortado.
bosques |
Para muchos
insectos, como avispas, chinches e incluso pequeños gusanos, el aroma que
libera una planta en apuros equivale a un grito de "¡La comida está
servida"
Siempre pendientes de sus vecinas
En la Universidad de California
en Davis (EE. el ecólogo Richard Karban estudia estas comunicaciones en el
pequeño arbusto Artemisia tridentata.
Curiosamente, como ocurría con las arabidopsis, una planta cercana que no haya
sido podada también adquiere esa protección. "Como la señalización entre
distintas ramas de un mismo arbusto es limitada, el uso de compuestos volátiles
garantiza que, en el caso de un ataque, todas las hojas de una misma planta
activen sus defensas", argumenta el científico. Las plantas defienden su
territorio.Sin embargo, según un estudio
publicado en 2007, en la revista Nature, si las semillas son hijas de una misma planta, reconocen su parentesco y
desarrollan una mayor parte aérea, en detrimento de las raíces. En sintonía con
estos datos, Karban observó que cuanto más estrecha era la relación genética entre las plantas, mayor era la
probabilidad de que respondieran a una señal cercana. "La composición de
estos productos químicos parece ser heredada, como ocurre con los tipos
sanguíneos humanos", explica.
En la Universidad Ben-Gurión de Israel un
grupo de biólogos especializados en estudiar cómo se adaptan las plantas al desierto ha descubierto que el guisante común, Pisum sativum, detecta si una planta vecina padece
síntomas de sequía y reacciona cerrando los estomas, unos pequeños poros
presentes en la superficie de las hojas, que son la principal vía de pérdida de
humedad. La única condición es que ambos vegetales compartan
suelo, ya que la señal de sequía es un compuesto liberado por las
raíces. Para muchos insectos, como avispas, chinches e incluso pequeños
gusanos, el aroma que libera una planta en apuros equivale a un grito de
"¡La comida está servida!", conveniente y difícil de ignorar.
Según cuentan en la revista Science,
cuando las orugas de la especie Manduca sexta atacan a la Nicotiana
attenuata, esta prima salvaje del tabaco se
defiende liberando compuestos que atraen al Geocoris, un chinche de apetito
voraz y entre cuyos bocados favoritos están las orugas.
Estamos ante un lenguaje complejo
y bastante sutil, porque, aunque la planta sintetiza la molécula volátil
pertinente, el compuesto que atrae al Geocoris solo se genera cuando esa molécula
entra en contacto con la saliva de las orugas y sufre una alteración química
que la transforma en un poderoso imán de chinches
Abortos selectivos
Teniendo en cuenta el gasto
energético que supone la síntesis de estos compuestos, Mancuso defiende que
comportamientos como estos conforman “una auténtica expresión de inteligencia,
que denotan un cálculo de riesgos y una previsión de beneficios”. Una opinión
polémica, muy en la línea de casi todo lo que defiende el científico italiano.
La toma de decisiones es una capacidad cognitiva tan compleja que pocos se
atreven a afirmar que exista en el mundo vegetal. Sin embargo, cada vez más
estudios sugieren que las plantas son capaces de decidir en función
de las circunstancias y
de adoptar estrategias que permitan, por ejemplo, maximizar la probabilidad de
tener descendencia.
Las larvas se alimentan de la semilla, pero, como cada fruto suele
contener un par de semillas, cuando esto ocurre, la planta aborta a la
infectada y mata al parásito. Si solo hay una, "la planta parece especular
que existe la posibilidad de que la larva muera de forma natural. Según los
datos recogidos, únicamente el 5 % de los frutos de una sola semilla son
abortados si sufren una infección parasitaria, mientras que, cuando hay dos por
fruto, un 75 % de las infectadas se descartan. Este proceso de toma de
decisiones es uno de los más complejos registrados hasta la fecha en el mundo
vegetal. Para el italiano, los órganos están sobrevalorados, cerebro incluido.
Este argumento se conoce como
hipótesis raíz-cerebro.
Líder de un grupo dedicado a
investigar la capacidad de las plantas para percibir el entorno, estudia qué ocurre cuando, tras extirpar la punta de una raíz,
se la somete a distintos estímulos. En sintonía con Darwin, defiende que existe
una región específica en las raíces donde se toman decisiones de gran
trascendencia: se trata de un centro neurálgico, como lo denomina Baluška.
Para descubrir qué papel juegan
en las plantas, Susan Murch, de la Universidad de Columbia Británica, en
Canadá, alteró sus concentraciones con fármacos como el antidepresivo
fluoxetina y el metilfenidato, usado para tratar el déficit de atención y la
hiperactividad. Sus estudios han demostrado que los cambios provocan
malformaciones en las raíces. "Imaginemos que funcionan como una
colonia de insectos", explica Mancuso. Aun así, la mayoría de botánicos se
niega a decir que las plantas son inteligentes; y otros se limitan a conceder
que muestran conductas inteligentes.
Fuente Historia/muyinteresante.es
Puedes leer también...
LAS LOCURAS DE LOS MATASANOS DEL PASADO
Sanguijuelas |
Sanguijuelas curativas
También fue grande la influencia de François Joseph Victor Broussais (1772-1838), catedrático de Patología en la Universidad de París, que basó toda su terapéutica en el principio de irritación: la vida misma no era sino el producto de esa reacción, que excitaba los procesos químicos del organismo y, cuando era excesiva, llevaba a la inflamación gastrointestinal, fuera cual fuera la enfermedad. Tuberculosis, sífilis y trastornos mentales se originaban en el intestino, así que no valía la pena recurrir a la localización en los diagnósticos.
La llama del amor |
Reavivemosla llama del amor
Ciertamente las obligaciones diarias no son las mejores acompañantes de la pasión ni del romance. Por esto es bueno rescatar varias ideas para reavivarlos y renovarlos.
La luna de miel es solo un recuerdo en el tiempo, el amor sigue allí, pero; es posible que la química y la chispa se hayan diluido.Entonces. ¿Qué puede hacer la pareja para reencontrarse con el entusiasmo perdido?Para el psicólogo y terapeuta tratante, es esencial descubrir primero; en qué etapa se encuentra esa unión.
|