Semillas de vida
en un cometa de laboratorio
Un experimento demuestra que la radiación hace surgir un azúcar esencial
para la vida en el hielo de los cometas.
La astrobiología, la disciplina que estudia la
posibilidad de la vida en cualquier lugar del universo, mira con lupa los
cometas; de hecho, una de las teorías sobre la aparición de la biología en la
Tierra es
que llegó a lomos de uno de estos cuerpos celestes. Un nuevo estudio publicado en la revista Science refuerza su candidatura como focos de
vida cósmica.
El experimento consistió en mezclar los elementos
químicos que forman los hielos característicos de los cometas y exponeros a radiación ultravioleta. Así de simple. Eso significaba recrear las
condiciones en que la
materia se acumula por efectos de la gravedad en torno a una estrella joven,
como nuestro Sol en los inicios del Sistema Solar. Al examinar después ese
pequeño “cometa de laboratorio”, los expertos descubrieron trazas
significativas de ribosa
o pentosa, un tipo de azúcar simple esencial para formar el ARN y ADN de los
seres vivos.
Es la primera vez que se detecta este compuesto, aunque,
como admiten los investigadores, quizá se había formado en otros ensayos
anteriores y había pasado desapercibido. La diferencia es que ahora se ha empleado
una sofisticada técnica
llamada cromatografía de gases multidimensional.
Técnica llamada cromatografía de gases multidimensional.
Aparte de la ribosa, en la materia helada (sometida a una
temperatura de -195º C en una cámara de vacío) surgieron otros elementos
orgánicos: aldehídos, ácidos y aminoácidos. Todos, además, solubles en agua,
como la que cubría la Tierra hace 4.000 millones de años.
Algunos de estos ingredientes ya habían sido detectados por la sonda Philae de
la misión Rosetta cuando aterrizó sobre el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko a
finales de 2014, pero el tan fundamental azúcar brilló por su ausencia. Ahora
se ha demostrado que puede ser
sorprendentemente abundante en el universo.